Page 25 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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En la parte izquierda del local y después de una serie de máquinas pegadas a la pared que funcionaban manejando un complicado juego de poleas y correas, había una habitación, siempre cerrada, que me llamaba mucho la atención.
Yo era pequeña y me habían advertido muchas veces que allí no entrara, pero yo me colaba siempre que podía. Había muebles que no podían estar en connivencia con el taller, una cómoda con cajones y espejo a los que yo no podía llegar, pero sí podía abrir el armario de debajo y encontrar alguna cosa de cuando mi hermanastro vivía en la casa.
Me viene a la memoria una figura de madera de un borrachito abrazado a una farola, pintado de colores, con la nariz roja y una botella en la mano. Nunca he podido olvidar ese juguete y no sé qué fue de él. Me hubiera gustado conservarlo, pero, en el barrio, era muy habitual que me "birlaran” muchas cosas cuando era pequeña. También había un sofá con tapicería de color granate y dos butacones haciendo juego, y cajas, varias cajas con dibujos en papel cebolla para calcar en tela nombres, iniciales, cenefas etc. y otras cosas raras para mí. Mucho después supe que eran patrones para hacer bordados.
Mi infancia en aquella casa fue muy desdichada, quizás no por la casa en sí, sino por todo lo que había a mi alrededor.
Cuando empecé a tomar conciencia de mi propio ser, me di cuenta que era una niña un tanto diferente a las demás, tendría entonces unos cinco o seis años. Como ya he dicho, dormía en la habitación de mis padres y mi primer recuerdo fueron unos ruidos extraños escuchados durante la noche, como de alguien llorando. Yo me quedaba muy quieta para que no se dieran cuenta que estaba despierta y además porque las hojas de mazorca de mi colchón hacían mucho ruido. En esos momentos siempre rezaba.
- Señor, si es mi madre que está llorando, por favor haz que no llore, y sí no está llorando y es otra cosa, por favor, haz que paren para que pueda dormirme.
Mucho tiempo después entendí lo que era. Mis padres siempre estaban de bronca, pero eso no importaba para que por las noches tuvieran sus encuentros sexuales. Parece ser que en eso eran tal para cual.
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