Page 33 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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RECUERDOS DEL PASAPOGA
En mi casa siempre he visto y oído muchas broncas. La convivencia entre mis padres era muy mala. Se llevaban veintiocho años de diferencia de edad. Mientras que mi madre tenía veintiún años cuando me tuvo, mi padre era ya un hombre con casi cincuenta, además entre ellos existía un abismo cultural muy grande. No es que mi padre fuera un “Seneca”, pero por su edad, por sus amistades políticas, por lo mucho que había leído y las experiencias vividas, se podría decir que era un hombre culto.
Sus amistades de tertulia, cafés y demás, eran el Sr. Agulló de la librería de las Cuatro Esquinas, el Sr. Braceli de la imprenta de la calle Hospital, el Sr. Machuca, fabricante de calzado del carrer Major de la Vila y el Sr. Campillo, carpintero-ebanista de la Plaza Mariano Antón, quienes se reunían en el “Pasapoga”.
El “Pasapoga”, cafetería y sala de fiestas decente, en plena Glorieta a la izquierda del Gran Teatro y del Casino, donde podían entrar señoras y señoritas decentes también a tomar café, fumar (las decentes no) y leer los periódicos. Allí, para poder entrar había que ser socios.
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