Page 40 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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Mi sentido de la orientación siempre ha sido escaso, o mejor dicho nulo. Un día, a la salida del colegio quise acompañar a una compañera hasta su casa, esta vivía en un huerto que había frente a la calle Horno Hondo. Cuando la dejé en su casa, me desorienté y no supe regresar. Estuve bastante tiempo dando vueltas entre caminos de palmeras y acequias de riego.
Ya se había hecho la hora de comer y yo no estaba en casa. Mi padre acostumbraba a silbar para que acudiera cuando estaba jugando en la calle, pero ese día no acudí a la llamada del silbido. Salieron a buscarme mi padre y su aprendiz y cuando me encontraron, mi padre, que nunca me había puesto la mano encima, me dio tal tanda de azotes en el culo que, del susto, me oriné encima. En las películas cuando se pierde un niño, al encontrarlo sus padres lo abrazan llorando, agradecidos porque no le hubiera pasado nada malo...
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