Page 63 - Con Olor a Hierro - Charo Martinez
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Después del nacimiento de mi hermano Ángel, con 16 años, sin dejar del todo la Agencia de Informes porque seguía haciéndolos en casa con una máquina de escribir portátil que me había comprado porque la Underwood fallaba mucho, me empleé en UGESA, Unión comarcal de Ganaderos de Elche, S.A., fábrica de embutidos y matadero ubicada en la carretera de Dolores, muy cerca de mi casa.
En esa empresa sí que me dieron de alta inmediatamente, que era lo que a mí me convenía, pero por desgracia, todavía no pude incluir a mis padres y hermano en mi cartilla de la Seguridad Social, porque, oficialmente yo seguía siendo hija de madre soltera. De todos modos, ya podía ir al médico o al dentista sin coste alguno para mi padre, lo que supuso un descanso para los dos.
El trabajo en UGESA fue también muy interesante porque pude conocer de cerca una empresa grande, con Consejo de Administración y accionistas. En la oficina que acababa de inaugurarse, empezamos a trabajar al mismo tiempo once hombres y una única chica (yo). En la planta baja estaba instalado el matadero, sobre todo de cerdos, dividido en varias secciones, el desuello, el troceado de las piezas, la limpieza de las vísceras, a cargo de “las triperas” y la fabricación de los embutidos. En el primer piso se encontraban los secaderos donde se subían los jamones y los embutidos. En el entresuelo estaban las oficinas, los despachos de los jefes y la Sala de Juntas.
Yo actuaba como secretaria del abogado de la empresa, D. Fernando Beltrán Miñana, un señor muy educado y correcto que me dictaba largos documentos con lenguaje jurídico y OTROSIS. Cuando no estaba D. Fernando hacía otros trabajos que me ordenaba el contable, quién había implantado en UGESA el “Sistema Mercator”, un sistema de contabilidad que a mí me parecía un asco. Consistía en cortar unas tiras impresas en papel continuo con una guillotina y luego pegarlas con cola en un libro, bien de proveedores, clientes o bancos. El exceso de cola y la humedad hacían que los libros se abultaran y se arrugaran, dándoles un mal aspecto.
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