Page 100 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
carne... Y todo ello junto a la denuncia de comerciantes sin escrúpulos que obtenían pingües beneficios sin que las autoridades municipales fueran capaces de evitarlo. La relación de irregularidades es, pues, interminable. En 1938 los temas más frecuentes eran el contrabando –la salida subrepticia de carnes y otros productos– y los robos en el campo. Las sanciones fueron frecuentes pero nada cambió. Un caso llamativo fue el de las sanciones a los bares a los que se les obligaba a cerrar a una determinada hora, cosa que religiosamente cumplían, sólo que con los clientes dentro.
Mención aparte merece el tema de las cartillas de racionamiento. El Consejo Municipal ilicitano llegó a denunciar que se perdían diariamente más de 30 lo que se trató de paliar haciendo pagar por la obtención de una segunda cartilla. Llama la atención que el tema de abastos no se tratara habitualmente entre julio de 1936 y marzo de 1937, como si éste fuera un tiempo en el que los problemas de avituallamiento todavía fueran poco relevantes. En cambio, a partir del segundo año de guerra, el tema de abastos se convirtió en la preocupación fundamental del Ayuntamiento. La explicación a esta aparente falta de previsión probablemente tuvo que ver con que tardó en asimilarse que la guerra civil se convirtiera en un larguísimo conflicto armado. El 29 de enero de 1937 se creó, coincidiendo con la puesta en marcha del Consejo Municipal, una Comisión Extraordinaria de Abastos, con representantes de cuatro de las cinco fuerzas políticas –se excluyó al Partido Comunista, cuya cada vez mayor fuerza en la ciudad despertaba también un creciente rechazo–, a la que se incorporarían en abril del mismo año nuevos miembros pertenecientes a la industria, transportes y comercio. La actuación de dicha Comisión se relaciona con un permanente recelo hacia la Comisión Provincial e Abastecimientos, el máximo organismo a nivel provincial. En abril de 1937, por ejemplo, se adoptó el acuerdo de no entregar a dicha Comisión ningún producto si no era a cambio de otros. Las quejas respecto a los precios eran permanentes, en el sentido de que tanto en Alicante como en otros municipios no se cumplían los precios marcados. Casi un año después, el 9 de marzo de 1938, el Consejo Municipal estudió la conveniencia de “municipalizar los servicios de abastecimientos de carnes y pan”, una propuesta que a pesar de proceder del grupo socialista no se puso en marcha. A finales del mismo mes se volvió a plantear tal municipalización, extendida ahora a las verduras y hortalizas y, de nuevo, se consideró extemporánea ante la creencia, bastante ilusa por lo demás, de que la Consejería Provincial de Abastos surtiría a la ciudad de los productos necesarios. Y es que la guerra acrecentó notablemente la percepción de que la preocupación de las autoridades alicantinas no iba más allá de la propia capital. Dicho de otra manera, la tradicional percepción de la ciudad































































































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