Page 11 - Elche en guerra 1936-1939
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Introducción
civil, la humanidad y la inhumanidad aparecen una y otra vez. Decíamos al principio que nuestra intención era reflexionar en voz alta pero no, desde luego, propiciar un ajuste de cuentas. Al fin y al cabo, la documentación es pública y está al alcance de cualquier investigador. Quien quiera, pues, que lo cuente de otra manera.
Nos gustaría iniciar nuestro análisis con algunas preguntas muy fáciles en su formulación pero bastante más complicadas de contestar. Permítasenos utilizar de nuevo una voz tan autorizada como la del profesor Julio Aróstegui:
“...Y, no hay duda, muchos de los juicios sobre la guerra civil española son anacronismos, cuando no repeticiones de viejos clichés, o, peor, puras falacias interesadas, deshonestas o sencillamente estúpidas.
Por eso, pedimos olvidar ahora, para comprender mejor después, las consecuencias que una acción disparatada como la sublevación del 18 de julio tuvo para el futuro en cualquier plazo de tiempo en que se la considere. En manera alguna significa esto una justificación, ni una indulgencia, ni una petición de comprensión para quienes fueron responsables de aquel hecho. Los hombres no pueden prever las consecuencias completas de sus actos, pero son responsables de ellas. Sublevarse contra un poder legítimo no puede considerarse legítimo (...).
En el caso de la guerra civil española de 1936-1939 hay dos preguntas cruciales y dos respuestas necesarias. La primera es por qué se produjo. La segunda es qué costos tuvo su advenimiento. Y en ambos casos conviene de manera insoslayable que las respuestas no sean sumarias sino complejas porque los acontecimientos son de todo menos simples. La defensa de unos intereses concretos, la percepción de que su mundo estaba en peligro y sus privilegios en entredicho llevó a unos españoles a romper las normas del juego y alzarse en armas contra el gobierno. Pretendían, así lo dijeron, devolver la ley y el orden. Lo notable es que puede asegurarse que no previeron las consecuencias de sus actos en toda su magnitud, ni las esperaban ni, según todas las probabilidades, deseaban. Pero puesta la acción en marcha y fracasado el propósito inmediato, lo cierto es que no por ello la pararon. En frente, el gobierno del país, tras un intento fugaz de detener la sublevación mediante un acuerdo, se aprestó a la defensa armada de la legalidad. La situación nueva se convirtió en irreversible...”.4
Es decir, el golpe de estado como un disparate y como la razón fundamental que explica la inmensa tragedia que asoló España. Si la inmensa mayoría de los especialistas sobre la guerra civil están de acuerdo en la formulación del profesor Aróstegui, viene al caso una muestra de lo que en los últimos años se ha venido
ARÓSTEGUI, op. cit., págs. 21-22.
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