Page 217 - Elche en guerra 1936-1939
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Los discursos políticos
Gobierno. (Dice que la FAI no es rencorosa, y el día que triunfe la revolución llamará a la fraternidad a todos los seres humanos, porque una gota de sangre en las manos de los trabajadores es una mancha terrible y odiosa. Hace un canto al pueblo, con las frases más bellas, que despiertan aplausos y vivas en los concurrentes).
Según, pues, una voz tan autorizada para los anarquistas como la de Domingo Germinal, los políticos o son idiotas o son granujas o, en el peor de los casos, ambas cosas a la vez. El texto por ello es útil para hacerse una idea de la manera de pensar de un comunista libertario en los prolegómenos de la guerra. En el caso de Elche, al margen de la militancia en la CNT –los 249 afiliados de 1931 o, según otras fuentes, los 50 de 1936– y del mayor o menor número de simpatizantes, lo que si creemos es que existían unas cuantas familias de tradición anarquista, con nombres y apellidos y con hijos que acababan siendo educados en el anarquismo y fácilmente asimilados a la causa libertaria. Veamos un ejemplo:
“Nací en Elche el 22 de diciembre de 1920 en el seno de una familia libertaria. Mi padre era un activista en el sindicato. En mi infancia me llevaba al sindicato y los textos que yo empecé a leer eran la revista Cultura Proletaria de Nueva York, una revista anarquista que se publicaba en Ginebra en varios idiomas, Solidaridad Obre- ra, Tierra y Libertad esporádicamente. De Méjico mi padre también recibía revistas, de Argentina, porque a pesar de su procedencia obrera tenía inquietudes intelectua- les. Las revistas como Generación Consciente que luego se transformó en Estudios, Fragua Social, CNT de Madrid, otro periódico que venía de Málaga... Como lectu- ras, yo tenía una vaga nebulosa. Recuerdo haberme tragado los folletines de Dumas, cualquier cosa. Pero lo mío no ha sido escribir, siempre he pensado que no tenía nada que decir. No puedo hablar de ninguna obra que haya sido para mí un catecismo. Nunca me ha gustado Vargas Vila y no lo considero dentro del movimiento anarquista. Una especie de Arrabal con mucha menos entidad. En cambio el médico zaragozano Isaac Puente sí fue un teórico importante para el movimiento libertario. Pero todo eso creaba un ambiente muy cargado de teoría que luego era difícil de compaginar con la práctica. Había revolucionarios exaltados, moderados, reformistas, corrientes de participación política...
La educación que yo recibí era un trato familiar, de confianza, sin formalismos ni barreras de ningún tipo. Hubo gente que se aprovechó de eso porque a mi casa llegaba cualquier compañero y tenía un sitio para comer y para dormir. Vividores que llegaban al sindicato se beneficiaron de esto. En la guerra igual, me tuteaba con el comandante, con el capitán. A alguno se le subió el mando a la cabeza. Durruti, por ejemplo, llegó a decir que no hablaría más que con sargentos para arriba. Pero nunca ha sido ése el ambiente, sino más bien de compañerismo. Después he llegado a la conclusión de que era todo muy bonito pero que había que llegar a una situación orgánica. Recuerdo
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