Page 22 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
Por otra parte, el único personaje al que se la ha rendido un merecido homenaje con un monumento es al médico Julio María López Orozco, un líder político al que cabe relacionar más con los años de la II República que con los de la guerra civil y conservamos igualmente, ahora vacía de su sentido original, la cruz que servía como homenaje a los caídos del bando vencedor. Por último, un lugar de la memoria donde la guerra sigue estando presente es el cementerio municipal con una cripta, hoy bastante descuidada, que alberga los restos de algunas personas asesinadas, muy pocas, porque para la gran mayoría de víctimas de la represión de guerra las familias utilizaron nichos particulares. En este año 2008, el primero de mayo, se inauguró una lápida como homenaje a los ilicitanos fusilados en la posguerra, junto a la fosa común en la que algunos de ellos fueron enterrados. En definitiva y por muy desapercibido que pase, la guerra civil sigue siendo el tiempo histórico con mayor presencia en nuestra ciudad, sin que, al menos hasta hoy, se haya suscitado debate alguno sobre la pertinencia o no de su conservación.
3. El penúltimo debate: el 70 aniversario del inicio de la guerra civil20
Al margen de un buen número de libros sensatos publicados para la ocasión sobre la guerra civil,21 el debate al que asistimos en 2006 desde los medios de comunicación fue, en general, bastante poco provechoso, por no decir indigerible.
sentencia de muerte del Tribunal Popular de Alicante el 4 de octubre de 1936 junto a 16 ilicitanos más. Natural de Orihuela y vecino de Elche, fue detenido el 22 de julio de 1936 al presentarse él mismo en el retén municipal después de que en dos ocasiones un par de milicianos fueran a su casa. Declaró ante la Brigada de Investigación que era socio de Derecha Ilicitana y de la Juventud Católica, padre de cinco niños pequeños a los que, junto a su madre ciega, mantenía con su salario de zapatero. Dicha declaración la realizó el 22 de agosto de 1936. En la placa que se encuentra en la basílica pueden leerse los nombres y la leyenda “martirizados por su fe”. Francamente, tal leyenda nada tiene que ver con la realidad: el esposo fue fusilado esencialmente por militar en la Derecha Ilicitana y a la esposa no le pasó, que sepamos, nada reseñable.
20 Las reflexiones que vienen a continuación las presentamos en un congreso que sobre la guerra civil organizó la cátedra Alfons Cucó de la Universidad de Valencia en diciembre de 2006: “Fa 70 anys: La memoria de la guerra civil al País Valencià”.
21 La lista podría ser interminable, pero, puestos a destacar, además de los libros citados de Julio Aróstegui, Helen Graham y Rafael Cruz, recomendamos aportaciones como las de BEEVOR, Anthony (2005), La guerra civil española. Crítica, Barcelona; GRAHAM, Helen (2006), La República española en guerra 1936-1939. Debate, Barcelona; MORADIELLOS, Enrique (2004), 1936. Los mitos de la Guerra Civil. Península, Barcelona; BENNASAR, B. (2005), El infierno fuimos nosotros. La guerra civil española (1936-1942...). Taurus, Madrid; CASANOVA, Julián (2007), República y guerra civil. Vol. VIII de la Historia de España dirigida por Josep Fontana y Ramón Villares, Crítica y Marcial Pons, Barcelona.