Page 27 - Elche en guerra 1936-1939
P. 27
Introducción
la Historia. Un buen ejemplo es el de Vicenç Navarro que planteó la cuestión, refiriéndose al proyecto de ley de recuperación de la memoria histórica, presentada por el Gobierno español en los siguientes términos:
“...El proyecto, sin embargo, transmite en varias de sus propuestas un temor preocupante a ofender a los que cometieron atrocidades, la mayoría de las cuales fueron perpetradas por el bando vencedor de aquel conflicto. El artículo 7 del anteproyecto, por ejemplo, prohíbe que se conozcan los nombres o instituciones responsables de tales actos. ¿Cómo pueden reconocerse las deudas que se deben a las víctimas cuando se les niega el derecho de conocer y denunciar a aquellos que atropellaron sus derechos’ Este proyecto de ley ignora la enorme generosidad que los representantes de los vencidos mostraron al aceptar la ley de Amnistía que se convirtió más tarde en la ley de la amnesia...”.31
Es éste también un ejemplo de historia de trinchera, de historia militante o, dicho de otra manera, otra forma de revisionismo tan poco recomendable como el anteriormente descrito. Porque resulta evidente que los historiadores tenemos la obligación de constatar hechos y explicarlos pero no tanto ejercer como jueces denunciando con nombres y apellidos. En nuestro caso, preferimos citar a las víctimas (Paul Preston se refirió a que las relaciones de represaliados de la posguerra publicadas por los historiadores habían sido en la práctica el primer y exclusivo reconocimiento como víctimas), que a los verdugos. Por otra parte, que la mayoría de las atrocidades fueran perpetradas por el bando vencedor es algo con lo que cualquier conocedor de ambas represiones, la de un lado y la de otro, disiente absolutamente. Y habrá que aclarar que no se está defendiendo aquí lo que Pierre Vilar32 llamó en su día la interpretación del “fifty–fifty”, es decir, la que explicaría la represión como cosa de ambos lados y muy equilibrada en las cifras globales. Al respecto algo hemos avanzado al distinguir y diferenciar lo que ocurrió en cada bando. Una opinión que resumiría el estado de la cuestión y en el que buena parte de los especialistas coinciden es la que se puede encontrar en el libro de Jesús de Juana y Julio Prada Rodríguez:
“No puede equipararse el terror ejercido y sostenido por altos mandos militares, con la cobertura de un Estado que controla totalmente sus propios aparatos coactivos, con el practicado por bandas de delincuentes o por grupos políticos que actúan como contrapoderes enfrentados a un Estado que, a medida que se construye, restaura las
31 NAVARRO, Vicenç, “Recuperar o corregir la memoria histórica”, en El País, 21 de septiembre de 2006.
32 VILAR, Pierre (1986), La guerra civil española. Crítica, Barcelona, pág. 152.
27