Page 291 - Elche en guerra 1936-1939
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Los discursos políticos
acontecimientos pero tampoco consiguió paliar la tensión social en una ciudad en la que si algo estaba creciendo era el paro –más de 300 obreros a principios de 1936 y otros 500 ó 600 con trabajos de media semana y serias dificultades económicas–. Pero, siendo complicada la situación, lo peor era el deterioro imparable de la convivencia y el desprecio insuperable que prevalecía por encima de cualquier otra consideración. Tanto, que cuando estalla la guerra civil, cabría pensar en un cierto entusiasmo inicial con el que fue recibida como oportunidad pintiparada para añadir el último peldaño en la escalada que venimos comentando: la aniquilación física del enemigo.
De manera que llegamos al año 1936 y a una contienda electoral –las elecciones generales del 16 de febrero- que tendrían muy poco que ver con unos comicios propios de un país democrático tal como hoy los podemos vivir. Unas elecciones que sólo serían aceptadas por las partes si confirmaban la victoria sobre el bloque contrario. Vale la pena al respecto detenerse en las intenciones políticas de los socialistas al comenzar el año:
“(...) Vamos pues hacia delante. Y con seguridad que el año 1936 reparará en gran parte las injusticias cometidas con los trabajadores durante 1934 y 35. Se abrirán las puertas de todas las Casas del Pueblo; saldrán de las cárceles los miles de obreros que se encuentran en ellas; se reintegrarán al trabajo los represaliados; desaparecerán los jornales de hambre y las jornadas de sol a sol; se pondrán en vigencia todos los derechos de la clase trabajadora; se restablecerán las libertades públicas; todas las organizaciones obreras normalizarán su situación legal...
He ahí parte de cuanto con carácter nacional teníamos que decir al finalizar el año 1935. Y ahora unas afirmaciones en cuanto respecta a Elche exclusivamente: Te- nemos todos los cuadros sindicales y políticos como lo estaban antes de Octubre; nuestra Casa del Pueblo resulta pequeña para albergar a los miles de obreros domici- liados en ella; celebramos los actos públicos más grandiosos que se han celebrado en la localidad; nuestro prestigio y nuestra honradez como dirigentes del Ayuntamiento han triunfado con toda plenitud, y, contamos en todo momento con el pueblo trabaja- dor, porque el mismo pueblo trabajador somos nosotros mismos (...)”.121
Como puede verse, el mensaje que se manda a los militantes no es desde luego el del camino de la revolución y el de una República Socialista, más bien la República que habían conocido los socialistas entre 1931 y 1933, es decir, una República “burguesa” progresista en la que los trabajadores vieran reconocidos sus derechos fundamentales, pero no se está pensando en otros escenarios. Lo que si
121 El Obrero, 5 de enero de 1936, n. 486. “Balance. Fin de año”, sin firma.
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