Page 401 - Elche en guerra 1936-1939
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Los discursos políticos
El texto que viene a continuación, titulado “La república democrática”, nos parece que sintetiza perfectamente el planteamiento político de la Agrupación Socialista ilicitana, planteamiento que por lo demás no cambiaría en los tres años de guerra civil. Dicho en pocas palabras, ganar la guerra, aniquilar al enemigo –lo que hoy llamamos guerra de exterminio-, “matando y expropiando” y todo ello dentro de los márgenes políticos de una república democrática en una Europa que juzgaría negativamente cualquier atisbo de “dictadura proletaria”. Nos inclinamos a creer que este texto del 16 de agosto de 1936 bien pudo haberlo escrito Ginés Ganga Tremiño:
“(...) Primero vencer, después ya se buscarán las fórmulas y los medios de conse- guir la reedificación del país. Hay todo un índice de medidas a tomar que garantizarán el que, por encima de toda cualquier dificultad que en el camino se nos cruce, España, fir- memente dirigida por las fuerzas que resulten triunfantes sobre las hordas bárbaras de los militares traidores, sabrá hallar el camino que mejor cuadre a las normas de civilización y de progreso, significadas en las esencias humanitarias de los partidos y organizaciones que hoy luchan por el triunfo de la República democrática (...). Nosotros somos también de los que imponemos a cualquier otra preocupación en estos momentos, la de aniquilar al enemigo. No consideramos que otra la iguale ni menos la supere en magnitud e im- portancia. Es, además, un deber primordial, una necesidad ineludible. Hay que aniquilar al enemigo ante todo y sobre todo. En todos los frentes. En el de combate con las armas y en el económico con las medidas que el pueblo con su acelerado ritmo revolucionario va adoptando. Matando y expropiando. Para ello nos facultan ellos con sus apreciaciones bárbaras de la guerra y la Constitución de la República con sus articulados. Que a noso- tros eso es lo que hoy nos interesa proclamar: Luchamos por la salvación de la República democrática. Creemos que ella nos faculta para cualquier avance económico que estos momentos precisemos realizar y sabemos que, conforme a la situación internacional, hoy no se nos permitiría ir más allá de los límites democráticos de una República burguesa. Una elemental discreción nos aconseja no sembrar, con el temor de unas consecuencias que fatalmente han de sobrevenir como resultado del actual movimiento subversivo, el que produciría el fantasma de una dictadura proletaria. Bien impuestos de la realidad cir- cundante lo decimos. El único régimen que en España, podría perdurar después de aca- bado el actual movimiento, es el democrático burgués. Claro que conforme nosotros lo pronosticamos y como firmemente creemos que están dispuesto a implantarlo todos los verdaderos demócratas. Por el luchamos todos: Partidos obreros y organizaciones a ellos afectos. Todos los demás propósitos, y todas esas conjeturas que agazapadas circulan por ahí, las creemos producto cuando no de una falsa apreciación de la realidad española, de un sentimiento que a fuer de querer ser revolucionario se llega a convertir en el mejor aliado de la contrarrevolución y del fascismo”.
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