Page 412 - Elche en guerra 1936-1939
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Elche, una ciudad en guerra (1936-1939)
Hoy ya nadie duda que esta guerra cruel en que estamos empeñados es larga y dura. Que enfrente hay un enemigo que hay que reputar como poderoso (...).
Que termine de una vez el espectáculo de la eterna discusión en cuestiones que solo al mando corresponde discurrir (...).244
Un aspecto que no queda precisamente claro en el semanario es el proceso por el que estaba atravesando España en el contexto de la guerra civil. En ocasiones se utiliza la expresión no especialmente feliz de “revolución democrática” porque son dos términos que casan muy mal y, a falta de mayor precisión, se habla de una “nueva España social y política”, así, sin más detalles o de una “nueva legalidad antifascista”. Algo así como si se tuviera un cierto pudor para emplear palabras como revolución o socialismo:
“(...) Por el desarrollo que en España llevan los acontecimientos, los Sindicatos están llamados a desempeñar un importante y trascendental papel en nuestro país. Son los que, indudablemente, al separar de la función rectora a las personas desafectas al régimen, tienen la misión de realizar con la mayor perfección los servicios que a dichas personas les estaban encomendados. Son, en fin, los Sindicatos los que más papel van a jugar en la revolución democrática que está desarrollándose en nuestro país”.245
“(...) Imponer la paz al enemigo –suprema finalidad de la guerra– equivale a esta- blecer un estado de cosas nuevo. De hecho y de derecho. Una nueva legalidad que haga imposible la reincidencia en las agresiones del vencido. El estado de cosas, político y social, anterior al 18 de julio, que hizo posible la brutal embestida que ha estado a punto de acabar en la esclavitud de la clase trabajadora, no puede volver. Nos está costando demasiados ríos de sangre, dolor y miseria. No puede volver o habremos perdido la guerra, aunque obtuviésemos la victoria militar. Al fascismo se le deja fuera de combate destruyendo su base económica, lo cual supone la edificación de una España socialmen- te nueva. Ni los latifundistas ni los financistas monopolizadores, ni la especulación ni el medrar con el sudor ajeno, caben en una España radicalmente antifascista.
(...) Y lo mismo que nosotros, los marxistas, deben estarlo, seguramente, todas las fuerzas proletarias de España y la pequeña burguesía liberal. Porque hay quien parece pensar que el punto de intersección de los renunciamientos mutuos está en la legalidad anterior al 18 de julio. Lo cual equivaldría a dar, desde ahora, por perdida la guerra. El Gobierno, con los omnímodos poderes que le ha conferido el Parlamento en su última sesión histórica, puede ir preparando las condiciones indispensables para
244 El Obrero, 7 de marzo de 1937, n. 545. “Los irresponsables”. Sin firma.
245 El Obrero, 20 de septiembre de 1936, n. 521. “El deber de todos los sindicatos”. Sin firma.