Page 224 - Institut Nacional Segona Ensenyança (1931-1939)
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Annex V. L’Institut en la memòria dels alumnes
 Me fui a vivir a la casa de Santa María, que era de mi abuela pero para mi tía Asunción, después de vivir en la casa de Julio en la Plaza Mayor, porque mi tío Manolo le hizo algo muy feo a mi tía Asunción.
En el momento de la liberación, llenaron la casa de refugiados y aquello se convirtió en una pocilga. Eran evacuados de Málaga, calculo que habría unas 15 ó 20 personas.
Por eso no resisto que nadie hable mal de Julio, era un caballero y no se le puede comparar con la chusma.
A partir de la quema de las iglesias ya no pude estudiar y me quedé con mi tía Asunción; mi tía Matilde y mi abuela Asunción ya habían muerto.
[...]
Durante la guerra fui a una academia a practicar máquina, era muy mala, hasta tenían faltas de ortografía. Allí me encontré con «la cucala», la hija de Juan Rizo.
[...]
Los rojos fueron justos, sólo se metieron con los políticos y de mi familia solo detuvieron a mi tío Manolo.
Mi padre era republicano y se vino a Elche al principio de la República a sustituir al jefe de telefónica que fue asesinado. La responsable era la primera mujer de Juanito Selva, Asunción.
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Aunque sólo tenía cinco años de bachillerato, por mediación de unos ami- gos me dieron una escuela; me dieron a elegir entre tres y elegí Fortuna y allí me fui de interina, creo que cobraba 300 pts. al mes y no tenía en que gastarlas.
La casa de la escuela estaba encima de Abastos y siempre hacían un apar- tado para la maestra, además tenía a la hija del notario, del secretario y de un alcalde, y me regalaban de todo, hasta pan blanco, cuando nadie tenía ese pan.
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Volviendo a la época de maestra, no me gustaba nada; mi tía abría la escue- la y yo les enseñaba canciones, a los mayores esa de «eres alta y delagada...» y a los pequeños «cinco dedos tiene la mano, cinco tiene la otra...» y luego leían un poco y otro escribía y luego dormían.
Cuando tomaron Barcelona, mi tía y yo volvimos a Elche y hasta que aca- bó la guerra no hice nada.
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El final de la guerra lo viví con alegría y con pena. A mi tío Pepe no le ad- mitieron en Telefónica solo por ser funcionario y era muy buena persona y con
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