Page 74 - Riegos El Progreso
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de entonces tendría que pasar necesariamente por la competencia con un rival muy poderoso. Las bases firmadas contemplaron un acuerdo para que Riegos de Levante y El Progreso hicieran uso de las concesiones recibidas (00 litros por segundo para El Progreso y .00 litros por segundo para Riegos de Levante). Riegos de Levante se comprometió a construir una presa en el Molino de Guardamar y El Progreso pagaría el % del importe del canal. Que sepamos, tampoco se volvió a plantear la compra por parte de Riegos de Levante de las infraestructuras de El Progreso.
Solventada y aceptada sin otro remedio posible tal competencia, El Progreso volvió a su viejo problema: resolver la cuestión de la fuerza motriz, cuestión planteada en estas fechas como “de vida o muerte” dada la persistencia de las devoluciones de agua. El año 9 terminó con una oferta tentadora: el proyecto de adquisición del salto de agua denominado la Serrata de Tedelche en río Mundo (Albacete). Todo el año 9 fue un año de debate entre los partidarios y los detractores de este proyecto. La sociedad llegó a celebrar hasta juntas generales a lo largo de ese año para debatir la mejor solución al problema de la fuerza motriz.
La Junta General reunida entre el 9 de enero y el de febrero de 9 debatió el problema de la fuerza motriz: José Gómez Valdivia y Diego Pascual Oliver propusieron la solución de acoplar fuerza de reserva con dos motores diesel de la casa Siemens Schuckert valorados en .000 pesetas cada uno para obtener .000 caballos de fuerza y, al mismo tiempo, rechazaron la solución de un salto de agua al no parecerles rentable por su enorme distancia y porque, según ellos, El Progreso no debía dedicarse al negocio de la venta de energía sobrante. Era, pues, la apuesta por lo malo conocido: mantener la dependencia con la empresa que suministrara el fluido, fuera La Electromotora Equitativa o, como única alternativa, contratarlo directamente con Hidroeléctrica Española. La apuesta contraria significaba una fuerte inversión pero también una solución definitiva: de comprar fluido a producirlo y poder vender el excedente. Como hoy sabemos, tal apuesta acabaría convirtiendo a El Progreso en una empresa capaz de cumplir cien años.
El entonces accionista más importante y vicepresidente de la Sociedad desde enero de 9, Carlos Antón Boix ( acciones en 9 y en 9) apostó por la compra del salto de agua de Tedelche –valorado en .00 pesetas según un estudio técnico realizado por el ingeniero de la Sociedad Fructuoso Iranzo– que, según él, podría amortizarse en seis años y que podría financiarse con los propios accionistas de la Sociedad. Se discutió también acerca del descontento de los regantes de La Marina que les había llevado a organizar su propia Sociedad de regantes.
De nuevo el 0 de agosto la Junta General estudió las tres posiciones existentes sobre la adquisición del salto de Tedelche: la mayoría de la Comisión de Fuerza lo aceptó según el informe redactado por Ernesto Martínez Riviere. El abogado José Gómez Valdivia seguía oponiéndose y mantenía la compra de motores diesel y negociar con Hidroeléctrica Española un buen contrato. Igual posición defendió