Page 16 - La Libreta Gris - La otra crónica de Elche: 2008-2017
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LA CANALIZACIÓN DE AGUAS DULCES DEL OBISPO TORMO ENTRE ASPE Y ELCHE: 1785-1789
  | Gonzalo Mártinez Español |
Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Alicante.
| Felipe Mejías López |
Licenciado en Geografía e Historia, especialidad Historia del Arte, por la Universidad de Valencia. Máster universitario en Arqueología profesional y Gestión integral del Patrimonio por la Universidad de Alicante. Doctorando en Arqueología por la Universidad de Alicante.
La conducción de aguas entre Aspe y Elche, conocida como Conducción del obispo Tormo, es una muestra paradigmática de ingeniería hidráulica construida entre los años 1785 y 1789 con el fin de abastecer de agua potable a la ciudad de Elche. Las nefastas consecuencias que para la población de esta ciudad se derivaban de la persistente carencia de agua potable a lo largo de su historia se agravaron en el siglo XVIII con el crecimiento demográfico y los recurrentes episodios de sequía. Ante esta situación, el cabildo ilicitano se planteó seriamente la posibilidad de conducir aguas dulces desde alguna de las fuentes ubicadas en Aspe, y a lo largo de esa centuria se elaboraron hasta tres proyectos diferentes.
El primer estudio se realiza en octubre de 1726 por los maestros arquitectos de Alicante, Juan Bautista Guedea y Josep Terol el Menor. El proyecto pretendía tomar las aguas desde la Fuente de Baladre, situada en Aspe dentro de la hacienda de don Máximo Miralles de Imperial, muy cerca de la confluencia de los ríos Tarafa y Vinalopó, conduciéndolas hasta el Molino del Real, próximo al Palacio de Altamira, punto donde se tomaban las aguas para surtir las fuentes de la villa. Los capítulos de arrendamiento de este proyecto exigían construir una caseta en el nacimiento de la fuente, fabricar una pila de piedra para la toma de aguas, poder agregar el caudal de dos fuentecillas anexas, edificar puentes, ejecutar la conducción mediante caños de barro por el margen derecho del Vinalopó, etc. En 1726 la fuente daba dos tejas de agua, que suponían doce caños de un dedo de grueso. Finalmente, el proyecto fue desestimado.
Un segundo proyecto se abordó a partir de 1756. El Ayuntamiento encarga ese año a los maestros arquitectos y de cantería, Pedro Fernández y Diego Thomás, que efectuasen un reconocimiento de las fuentes de Uchel, paraje situado al sur del término de Aspe, y estudiaran la posibilidad de encauzar sus aguas. En el informe posterior se dejaba constancia de que en la cabecera de la Rambla de Uchel, en una zona llana poblada de espesa vegetación, existían tres manantiales entre arenas y piedras, cuyas aguas sumaban un caudal de un brazo de grosor. El agua tenía buen gusto, aunque algo suave al paladar, y la canalización era factible, aunque no llegaron a realizar un presupuesto de la obra.
Con la persistencia de la sequía, el obispo Tormo tomó la iniciativa, visitando en 1777 los manantiales de Boriza y Uchel, e impulsando el proyecto ante el Consejo de Castilla. La solicitud se reforzó con el testimonio y certificación de personajes notables de la sociedad ilicitana (presbíteros, ex cargos municipales, médicos, etc.) cuyas declaraciones coincidían y reiteraban la necesidad de acometer las obras hidráulicas. Sirva como ejemplo de la situación de extrema necesidad por la que atravesaba la población ilicitana el testimonio dado por el Dr. Josef Lledó, uno de los médicos titulares del Ayuntamiento de Elche, el día 18 de noviembre de 1777:
 | El Poder del Agua |
 
























































































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